Más de la mitad de los habitantes del planeta usa Internet y la mayoría con una identidad digital. El planeta y sus habitantes están conectados. Pero ¿qué pasará en el futuro con todas esas vidas digitales?

Tenemos la suerte de estar viviendo una época única, de vivir la profunda transformación digital en el mundo desde sus inicios. La revolución digital es una de las mayores transformaciones habidas en la historia de la humanidad, comparable a la aparición de la agricultura o la revolución industrial, y, como cualquier gran transformación, esta viene acompañada de nuevos modelos de negocio, motivados por las nuevas necesidades.

En apenas tres generaciones se ha pasado de una inmensa cantidad de personas que apenas sabía leer o escribir, y cuyos conocimientos venían transmitidos oralmente en círculos reducidos, a una inmensa multitud que tiene ahora la capacidad inmediata de generar y publicar contenidos en la red, accesibles desde cualquier punto del planeta.

En este sentido la incorporación y generalización de Internet y sus aplicaciones (Google, Amazon, Facebook, Twiter, Linkedin, el correo electrónico, YouTube, etc…) genera una ingente cantidad de información que, en algunos casos, podría llegar a ser deseable borrar o, cuanto menos, llegado el momento del fallecimiento de un ser querido, poder proceder con el legado de toda esta información acumulada para poder ser recopilada y transmitida, o eliminada según su voluntad.

Apenas hace unos años, algunos de los servicios accesorios que hoy en día se pueden contratar en una funeraria hubiesen parecido ciencia ficción, pero el especializado sector funerario español, curtido ya en la radical liberalización de finales de siglo, parece estar preparado y concienciado para innovar y pasar del esquema producto al nuevo esquema servicio, con la incorporación de novedosas prestaciones digitales.

La realidad no es más que un conjunto de señales eléctricas interpretadas por el cerebro humano, y si asumimos como verdadera esa premisa, no hay frontera entre las relaciones físicas y las digitales. Las consecuencias: derechos, obligaciones y responsabilidades se proyectan desde la realidad física a un círculo virtual en el que se desarrollan relaciones sociales y vitales con trascendencia jurídica.

César Belda Casanova – Decano del Ilustre Colegio Notarial de Valencia.

 

Algunos datos sobre Internet y su penetración en la sociedad

Actualmente existen 7.593 millones de habitantes en todo el mundo. La masa mundial de personas que utiliza Internet es de 4.021 millones, lo que supone un 53% de la población aproximadamente. Durante los próximos diez años, todas estas personas estarán representadas online: tendrán una vida y una identidad digital.

El 92% de los adultos del mundo conectados a Internet, entre 16 y 64 años, tendrá un legado digital. En 2016 se produjeron 410.611 defunciones en España (datos oficiales del INE). A este ritmo, Facebook tendrá más usuarios fallecidos que vivos en el año 2098.

En el año 2098 #Facebook tendrá más usuarios fallecidos que vivos. ¿Qué pasará con los perfiles de todos ellos? #herenciadigital #legadodigital Clic para tuitear

¿Quién creéis que se ocupará de nuestra voluntad post-morten? La respuesta a esta pregunta es sencilla a la par que estremecedora: los enterradores digitales.

De esta nueva figura sale la controversia entre la mortalidad física frente la inmortalidad digital. La muerte física de una persona natural no impide la prolongación de su vida e identidad digital en el ciberespacio. Si el carácter finito de la vida explica la existencia de funerarias y cementerios, la existencia de zombis e inmortales digitales justificará la aparición de verdaderos enterradores digitales, profesionales encargados de borrar cualquier rastro del difunto en la red. Existe una necesidad social y estamos tremendamente mal preparados para lidiar con la muerte.

Y es que cada vez hay más usuarios en Internet, cada vez acumulamos más registros digitales que físicos, cada vez hay más datos que proteger, cada vez hay más incertidumbre y cada vez hay más problemas para los familiares de fallecidos.

El problema de los legados y herencias en Internet no hará más que crecer en los próximos años. A pesar de que cada vez ponemos más de nuestras vidas en la nube, pocos de nosotros nos estamos preparando para nuestra vida digital post-mortem. Debemos decidir qué vamos a dejar en la red, si es que vamos a dejar algo. Debemos crear conciencia de la dimensión digital y modernizar la cultura sobre la muerte en nuestro país. Y las compañías de seguros son una pieza clave en el engranaje, ofreciendo la protección adecuada a los tiempos que corren, al tiempo que se transforman digitalmente.

Vidas digitales en redes sociales

Los nuevos hábitos tecnológicos de la sociedad actual crean nuevas necesidades que exigen soluciones y que, de manera imparable, se empiezan a vislumbrar en el ya no tan estático sector funerario.

 

¿Por qué estamos dejando nuestras vidas e identidades digitales a merced del azar?

Parte del problema es que los usuarios de Internet han tendido a ser demasiado jóvenes para preocuparse de su mortalidad. Sin embargo, a medida que el navegador o usuario de Internet promedio envejece, la idea de redactar un Testamento Digital está tomando fuerza. La gente está empezando a darse cuenta de lo que podría perder, y estos servicios están demostrando ser tremendamente útiles para las familias en duelo.

La pereza ante la idea de la muerte y el desconocimiento del complejo derecho de sucesiones, nos paraliza a la hora de hacer testamento, por encima del valor o la importancia de nuestro patrimonio. Si añadimos a la ecuación, la dificultad tecnológica, la parálisis está servida. Si nos molestamos en tomar unas mínimas precauciones para proteger nuestra privacidad online en vida, no hay razón para no hacer lo mismo de cara a nuestra muerte.

Para estos casos, desde Mi Legado Digital ofrecemos a todas las personas la posibilidad de controlar y gestionar su vida e identidad digital tanto en vida como después de la muerte, así como administrar de la mejor y más cómoda forma posible su patrimonio en la red para que pueda ser transmitido su legado digital.

 

¡Toma ya el control!

No esperes más y decide tú mism@ cómo te gusta que sea tu identidad digital. Administra y organiza tu patrimonio en la red y deja todo preparado para cuando ya no estés!

 

 

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